domingo, 27 de enero de 2013

LUNA FRÍA O LUNA DEL LOBO

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En la primera Luna Llena del año dedica un tiempo a reflexionar sobre la magia y la medicina del lobo. Aliado animal de las  brujas y los practicantes de la magia, el lobo es un explorador, un líder y un maestro. Tiene un increíble sentido de la familia, pero también de la independencia. Anima al maestro que llevamos dentro a compartir sus conocimientos.

Haz un hechizo para acceder a tu sabiduría interior.

Tanto si estás compartiendo tus conocimientos con tus compañeros de un círculo o de una asamblea de brujas , o impartiendo una clase normal, invocar al lobo te dará fuerza para avanzar por tu camino mágico individual y ayudar a otras personas a encontrar el suyo.

Monta tu altar con velas blancas y una representación (una estatua pequeña o una foto) del lobo. Cuando salga la  Luna Llena, mira hacia ella e invoca la magia del lobo. Cuando estés preparada, repite el siguiente hechizo 3 veces:

     En esta noche encantada de la Luna Llena del lobo,

     con esta melodía de brujas , envíame sabiduría.

     Aliado y amigo, la Luna ante la que aúllas, yo honro;

     que me ayudes a enseñar y a dirigir de la mejor manera me gustaría.

clip_image011Ellen Dugan

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miércoles, 16 de enero de 2013

BENDICIÓN PARA EL RECIÉN NACIDO

Durante nueve meses, has soñado debajo de su corazón20409_~14

Y has esperado que tu alma y tu cuerpo

Crecieran lo suficiente para sostenerte en la vida y a través

De lo que este nuevo mundo te conceda.

Has pasado el umbral del nacimiento y ahora, b85

separado de la carne de tu madre, debes comenzar por ti mismo.

Con tus dulces ojos ves nuevas todas las cosas.

Míranos ahora y empecemos la bendición.

Tu madre te arropa contra su pecho e invoca

A los dioses y a las diosas con una rima.

Tu padre invoca a los ancestros desconocidos.

Seas purificado con la sal y el agua, protegido,

Bendecido y consagrado por las vías antiguas!cid_83520689-6E8F-4C63-81FE-ABE61E76DEE9

Desde ahora hasta que elijas la tuya propia.

Elizabeth Barrette

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viernes, 4 de enero de 2013

CUESTIÓN DE COJONES

Es muy antiguo, lo sé, pero me hace tanta gracia…

"Hace tiempo que mi madre no me da la bronca por abusar del lenguaje soez en esta página, y empiezo a preocuparme. O ella envejece y se acostumbra, o estoy perdiendo facultades y volviéndome lingüísticamente correcto. Por fortuna, todavía llegan cartas de algún lector o lectora inasequibles al desaliento, afeándome mi poca vergüenza. E incluso Nacho Iglesias, el baranda de esta barraca, recibe periódicas sugerencias para que en El Semanal me echen a la calle de una puta vez. La última es de un señor de Oviedo, por la letra jubilado y por el membrete notario, que me afea el uso, e incluso el abuso, de la palabra cojones, e incluso sugiere la posibilidad de que yo saque tanto a colación el asunto por algún trauma personal relacionado con mi propia virilidad o, subraya el amable comunicante, mi ausencia de ella. "A ver si es maricón", concluye, por si no he captado los circunloquios preliminares.
En fin. Al margen de que yo pueda resultar más o menos maricón, la antedicha carta me viene al pelo para traerles a colación un impreso anónimo que hace tiempo circula por ahí- algún lector ha tenido el detalle de mandármelo-, y que, bajo el título Riqueza del castellano, enumera una exhaustiva relación de las diversas acepciones que en nuestra lengua, la de Quevedo y Cervantes, tienen los atributos masculinos. Y me van a perdonar el notario de Oviedo y mi madre, pero no me resisto a glosar el asunto y poner los cojones en su sitio.

Por ejemplo: según confirma con acierto singular el mencionado folleto, el sentido cojones varía según el numeral que le acompaña. La unidad significa algo caro o costoso (eso vale un cojón), dos pueden sugerir arrojo o valentía (con dos cojones), tres significar desprecio (me importa tres cojones), y un número elevado suele apuntar dificultad extrema (conseguirlo me costó veinte pares de cojones). Del mismo modo, basta un verbo para darle variedad a los significados. Verbigracia: tener puede referirse a valentía (esa tía tiene cojones), pero también censura, admiración o sorpresa (¡tiene cojones!); expresión que, en su variante ¡manda huevos!, hizo recientemente popular, en sesión de las Cortes, mi paisano y compañero de maristas Federico Trillo. Siguiendo con los verbos, acompañado de poner puede significar reto o aplomo (puso los cojones encima de la mesa), y el verbo tocar implica molestia, hastío o indiferencia (me toca los cojones), vagancia (se toca los cojones), e incluso desafío (anda y tócame los cojones). El término es también acepción de lentitud (viene arrastrando los cojones). Y en cuanto a amenaza, su uso es frecuente (te voy a volar los cojones) e incluso se recurre a ello para describir agresión física (fue y le pateó los cojones).

Los prefijos y sufijos también son importantes de cojones. Por ejemplo, a- significa miedo (acojonado), des- implica regocijo (descojonarse), y -udo implica calidad o perfección (cojonudo). También las preposiciones matizan lo suyo: de alude a éxito (nos fue de cojones) o intensidad (hace un frío de cojones), hasta define ciertos límites (hasta los cojones) y por alude a intransigencia (por cojones). También se recurren a ellos como lugar de origen para definir cierto tipo de actitudes intrínsecamente españolas y como origen de voluntad inapelable (porque me sale de los cojones). En cuanto al color, textura o el tamaño del asunto, los significados son ricos y diversos como la vida misma. Un color violeta define bajas temperaturas (se me quedaron los cojones morados de frío). Posición y tamaño son decisivos, tanto para precisar pachorra o tranquilidad (se pisa los cojones) como coherencia (lleva los cojones en su sitio). Sin que falten referencias cultas o históricas (tiene los cojones como el caballo de Espartero).
Así que ya me dirá usted, señor notario. A ver cuando Shakespeare, o Joyce, o la madre que los parió, en esa jerga onomatopéyica y septentrional que usaban los pastores para llamar a las ovejas, y los piratas para repartirse el botín contando con los dedos, fueron capaces de utilizar, con todo su Oxford, la palabra equivalente con tanta variedad, y tanta riqueza, y tanta prosapia como la usa hasta el más analfabeto de nuestros paisanos. Tres mil años de griego, latín, árabe y castellano respaldan el asunto. Lo que, se mire por donde se mire, es un respaldo lingüístico de cojones."

El Semanal 26 abril 1998 - Pérez-Reverte

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