Soy el sembrador, la primavera es mi época.
Planté las semillas de las frutas y el vino
antes de que las pirámides se elevasen
sobre la arena.
Sembré mis semillas en muchas tierras.
Soy el granjero de una antigua generación.
Gracias a mis manos y a las semillas,
nació la civilización.
Primero, recogía lo que necesitaba.
Luego, la doncella del cereal compartió su semilla conmigo.
La guardé en su vientre, la Tierra.
Pacientemente, esperé su nacimiento.
Le doy gracias al suelo, a la azada y al arado
porque, al final, recogeré lo que he sembrado.
NOTA: Creáis o no en Dios, en el destino, en la magia, tened siempre presente el último verso del poema. Todo lo que hacemos en la vida, nos es devuelto multiplicado por tres, tanto lo bueno como lo malo.
Así que ya sabéis: sed buenos con los demás y con vosotros mismos...
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